Esa cruz en la que está clavado el Justo que lo da todo.
Esa cruz en la que el liberador va a desclavar a todas las víctimas inocentes.
Esa cruz de fidelidad y compromiso, de promesa y cumplimiento, de un amor incondicional
y eterno que se derrama sobre cada ser humano.
Cada quién la contemplamos desde nuestras propias inquietudes.
Y te descubrimos como modelo o como alivio, y sentimos que nos marcas un camino vital, o que nos miras con misericordia infinita.
En el mundo hay gente que llora. Gente que sufre. Gente triste.
Hay muchas cruces como la del Gólgota.
Queremos acercarnos a esos sufrimientos, contemplarlos, sopesarlos, recibirlos, aun sin entenderlos.
Hay quien, al mirar la violencia, hambre, injusticia, marginación, guerra, soledad, llanto, abandono, burlas… siente que se le conmueven las entrañas y está dispuesto a comprometer su vida para aligerar esas cruces.
Esa es la gente del viernes santo
ORACIÓN
Señor, enséñame, en los Gólgotas de este mundo,
a seguir apostando, gritando y proclamando la VIDA, tu Evangelio, tu promesa…
Que aprenda, en estos lugares, a dar la vida (
que no es morir, sino vivir de una forma concreta,
arraigado en un amor capaz de intuir los vínculos profundos que nos unen). Amén.